viernes, 22 de febrero de 2008

Flor



En la inmensidad del cielo, contemplaba cada nube, y cada tibio rayo de luz, que en forma de has atravezaban cada petalo de su piel, y ella se dejaba acariciar graciosa por cada trémula brisa que agitaba sus cabellos. Se encontraba quieta y erguida,sonreía, parecía inmersa en un profundo y agradable sueño, pero sus ojos se mantenían despiertos, brillantes y titilantes; amaba la brisa, el silencio para escuchar sólo la dulce melodía del viento y sentir el sol dorando su cuerpo. Mimosa se dejaba admirar. Me sorprendí de que se dejara observar tal cual era, transparente, sin verguenzas, sin tapujos, Y LIBRE, enajenada a lo que aquí ocurría, serena y plácida. Yo la contemplaba...

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